jueves, 30 de julio de 2009

Potencia De Madre.





El vientre materno, nuestro primer hogar.

Cuando medimos el tiempo de vida de una persona tomamos como referencia el día de su nacimiento. Sin embargo, existimos como ser independiente desde el mismo momento de la concepción. Esta forma de contabilizar nuestra edad tiene como fondo la idea de que, durante los más o menos nueve meses que dura un embarazo, el bebé intrauterino es una especie de tumor benigno que va creciendo dentro de la madre y que finalmente será expulsado con mayor o menor esfuerzo. Y esto, que a muchos de nosotros nos puede parecer increíble, sigue siendo aún hoy en día aceptado, considerando la gestación y el nacimiento más como una enfermedad que como la más maravillosa de las experiencias, sin tener para nada en cuenta las necesidades emocionales de madre y bebé y mucho menos lo que representan en el futuro de las personas.
El bebé intrauterino, a los 3 / 4 meses, tiene todos sus órganos formados, a la espera de su crecimiento y acabado posterior, y a los 6 / 7 meses puede sobrevivir si nace prematuramente. Es un ser en proceso de formación a todos los niveles. En el nivel fisiológico, todos tenemos claro que en el fantástico e increíble proceso de multiplicación celular –que convertirá dos células iniciales (óvulo y espermatozoide) en un complejísimo cuerpo, tanto a nivel material, como mental, emocional y espiritual– cualquier pequeña desviación en ese proceso, tendrá consecuencias en el cuerpo futuro del bebé, más o menos graves según sea ese fallo. Pues de la misma manera sucede con su proceso de desarrollo psicoemocional, que se inicia desde el mismo momento de la concepción. Y hablar de desarrollo psicoemocional es hablar de que el bebé intrauterino es capaz de percibir, procesar, almacenar y dar respuesta a la información que recibe.

La gestaciónLo que siente la madre, lo siente su bebé. Y ya hemos visto cómo lo siente, cómo lo procesa, cómo le afecta ahora y en el futuro. ¿Qué podemos hacer para que este bebé se sienta feliz, aceptado, protegido, deseado, amado?
En primer lugar, la madre, debe procurar estar el mayor tiempo posible en un estado de tranquilidad, de paz, de relajación. En segundo lugar, ha de mantener una comunicación intensa, constante, con su bebé a través de sus pensamientos, de sus manos en el vientre. Para ello es también una gran herramienta la relajación y la visualización. Cuando entramos en relajación profunda, alcanzamos la percepción emocional, que es la percepción en que se encuentra el bebé. Es como si fuéramos moviendo el dial de una radio hasta encontrar la frecuencia de la emisora que deseamos escuchar. Sintonizamos con nuestro bebé y se produce una increíble comunicación entre madre y bebé y viceversa.

La madre debe intentar evitar estados emocionales negativos, como la tristeza, las preocupaciones intensas, el miedo, la angustia y el estado continuado de estrés. Debería replantearse, considerando lo anterior, todo lo referente al entorno laboral de la mujer embarazada. Hoy en día no sólo no se la apoya, sino que en muchas ocasiones se la discrimina. Falta comprensión de lo que supone la gestación para la madre, sus cambios fisiológicos, su mayor sensibilidad, su necesidad de tranquilidad, de sentirse respetada, apoyada en el proceso. Muchas mujeres embarazadas sufren de estrés durante su embarazo porque se les exige la misma dedicación o esfuerzo, o incluso más, que si no lo estuvieran. Hay suficientes estudios que demuestran el efecto negativo del estrés sobre el desarrollo del bebé. El riesgo de que los bebés cuyas madres han sufrido estrés durante el embarazo sean hiperactivos, tengan problemas de motricidad y déficit de atención es mucho mayor que en caso de bebés de madres no estresadas.

El papel del padre durante la gestación:

El padre puede y debe ser más que un mero espectador en el embarazo de su pareja. Tiene dos funciones importantes. La primera, sabiendo que la madre necesita de un estado emocional equilibrado, debe hacer lo posible por que su pareja se sienta querida, acompañada, comprendida, apoyada, en su proceso de embarazo (incluida la satisfacción de los tradicionales antojos). La segunda, el inicio del vínculo afectivo con su hijo, poniendo sus manos en el vientre de la madre, hablándole, cantándole, jugando con él. Se ha comprobado que si el padre ha entablado esta relación con su hijo durante la gestación, el bebé nacido reconoce su voz entre la de otros hombres, reacciona con placer en sus brazos, se siente tranquilo con él. Por su parte, el padre, demuestra un instinto paterno afectivo muy superior a otros, que hasta ese momento, al tener en brazos a su hijo por primera vez, no habían tomado conciencia real de su paternidad.